Javier Robledano
El LHC es el mayor acelerador de partículas que existe en el mundo. Es una de las máquinas más complejas que hemos sido capaces de construir los seres humanos. Nos está ayudando a comprender la estructura fundamental del universo y ha contribuido a desarrollar tecnologías que harán más fácil nuestra vida en el futuro.
El LHC es el mayor acelerador de partículas que existe en el mundo. Es una de las máquinas más complejas que hemos sido capaces de construir los seres humanos. Nos está ayudando a comprender la estructura fundamental del universo y ha contribuido a desarrollar tecnologías que harán más fácil nuestra vida en el futuro.
Se trata de un anillo circular de 27 km de
longitud enterrado a una profundidad de 100 m en la frontera entre Francia y Suiza.
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Dentro del anillo, mediante campos
eléctricos y magnéticos muy intensos, se consigue acelerar haces de protones en sentidos
opuestos hasta que alcanzan velocidades próximas a las de la luz. Las partículas
se mueven tan deprisa que pueden llegar a dar 11000 vueltas al anillo en tan sólo
un segundo.
Los haces de protones se hacen colisionar entre
sí en puntos determinados del anillo donde se encuentran los detectores. Cuando
dos protones chocan, se aniquilan mutuamente. Este proceso libera una cantidad
enorme de energía. De esa energía surgen nuevas partículas que dejan su
huella en los detectores. Muchas de estas partículas no existen de forma natural
en nuestro universo actual, pero sí pudieron existir en etapas más tempranas del universo. Es decir, las colisiones que se producen en el LHC permiten a
los físicos reproducir durante un breve instante de tiempo las condiciones que se daban
en el universo primitivo tan solo unos segundos después de su origen.
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